¿Reconoces a los charlatanes en la iglesia?



"Un hermano en la escuela dominical dijo que el ombligo de Adán...".
"Un instructor de Instituto nos dijo que vio a los Tres Nefitas..."
"Un hermano de la estaca dijo en un discurso...".

¿Te suena?

Desafortunadamente, no estamos habituados a buscar las fuentes originales de la información que compartimos o recibimos en la iglesia, y tampoco nos esforzamos por citarlas adecuadamente.

Citamos sin citar. Evocamos recuerdos de ideas que muchas veces no entendemos, porque cuando las escuchamos, también son pronunciadas por hermanos, líderes y oradores que tampoco las entienden con una comprensión plena y en muchas ocasiones las sacan de su contexto.

"Dios proveerá"

No son pocos los mormones de años, o aun generaciones, que creen que la frase "Dios proveerá" aparece en algún lugar de las Escrituras prometiendo que el Padre dará satisfacción a nuestras necesidades materiales, ignorando que la frase completa era la respuesta de Abraham a su hijo Isaac cuando éste le hizo notar que al encaminarse a ofrecer un sacrificio, no tenían en su poder al cordero para inmolar. La respuesta no se refiere a proveer las necesidades materiales de los hombres, sino que "Dios se proveerá de cordero para el holocausto" (Génesis 22:8), lo que significa que no es la necesidad humana de bienes materiales la que Dios satisfará, sino la necesidad del Cordero que será inmolado para cumplir las exigencias de la justicia y dar así a los hombres la salvación eterna. Además, es una expresión de la confianza semejante a la de Nefi: "el Señor no da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles la vía para que cumplan lo que les ha mandado" (1 Nefi 3:7).

El "cumpleaños" del Salvador

Otra costumbre común es la de atribuir a las Escrituras pasajes inexistentes en ellas. No me refiero solamente al consabido "Ayúdate, que yo te ayudaré", endilgado a Dios o a un profeta hablando en su nombre. Hablo de doctrinas completas de la tradición "mormona" como la del cumpleaños del Salvador, que por tradición endosamos al primer versículo de la Sección 20 de Doctrina y Convenios, aunque no haya en él elementos contundentes que nos hagan saber sin una duda razonable que el 6 de abril es el cumpleaños del Señor.

Muchos dirán: "Pero eso sí lo dijo un maestro de Instituto".

La superchería sacerdotal en México

Hay que tener mucho cuidado. En México, entre las décadas de los 70 y los 90, muchos de los maestros voluntarios de Instituto, y por desgracia también numerosos de los empleados del Sistema Educativo de la Iglesia, eran auténticos catedráticos de la apostasía personal, doctrinal y hasta charlatanes de la historia (Pancho Villa se bautizó después de matar a Rafael Monroy, lo cual es una mentira cinematográfica), la arqueología (Quetzalcóatl es Jesucristo, aunque el dios mesoamericano haya cometido incesto con su hermana, ebrio de pulque), la filosofía (todo lo que viene de la actividad intelectual humana, como el psicoanálisis y el comunismo, es diabólico y perverso), las ciencias (el VIH surgió por la mutación de genes a partir de relaciones zoofílicas como castigo de Dios) y hasta el esoterismo (la paz alcanzada por la oración funciona igual que los mantras bramánicos).

Sí, esas décadas estuvieron marcadas por líderes que muchos de ustedes y sus papás han adorado, venerado y respetado como hombres de un superior entendimiento que tienen trabajos (no sólo llamamientos) en las oficinas locales de la iglesia y que han escrito libros mal redactados, peor argumentados y todavía peor corregidos e impresos, y que aman andar dando pláticas no oficiales en una y otra estaca proclamando sus conjeturas sobre qué partido político será el que reciba al Salvador en el Milenio.

Cómo evitar la confusión

Hay que exigir y consignar la fuente lo más exactamente posible. Es el acto de mayor lealtad que se pueda realizar al respecto. Si no es posible, entonces el lector debe tomar el asunto como lo que es: un vil chisme. Ya sabrá cada quien si le confiere seriedad.

Y además, también podemos contar con la guía del Espíritu Santo para saber discernir cuáles son las doctrinas del reino y cuáles son interesantes digresiones humanas, mediante el estudio de las Escrituras.

Dicho de otra forma: la lectura es obligada, ni modo. No hay para dónde hacerse.

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