Homosexualidad: albedrío, derechos y otras implicaciones




Últimamente las personas que declaran tener preferencias sexuales distintas a la que dicta la moral tradicional han hecho de tales preferencias un signo de identidad social con el que propugnan derechos y confeccionan argumentos de variada índole, no sólo para sustentar sobre ellos únicamente su petición de figuras jurídicas que los reconozcan en virtud de su diversidad sexual, sino incluso para justificar su orientación sexual en sí.

Son dos cuestiones de diferente naturaleza las que conducen la mayoría de las discusiones en este tema. La primera es sobre la justificación biológica, mental y ontológica de la diversidad sexual y la segunda trata de la lucha de los homosexuales (o diversosexuales) por sus propios derechos:


La heterosexualidad


Por supuesto, tengo una postura personal, derivada de mis convicciones culturales, morales, éticas, religiosas e incluso sociales. Mi convicción es que las relaciones íntimas (o sexuales) existen con dos objetivos fundamentales:


  1. Expresar el amor mediante el contacto íntimo
  2. Proveer, mediante la procreación, una forma en la que el género humano se renueve y se perpetúe


Esta doble función está respaldada por dogmas de tipo religioso o moral, que suelen ser axiomas aceptados por los estudiosos de las dinámicas sociales, el comportamiento humano y un variado abanico de sistemas filosóficos. De esta doble función primordial de la sexualidad se deriva una adhesión cultural, social, tradicional y moral hacia la heterosexualidad como la asunción idónea para alcanzar ese doble objetivo.

La BIOLOGÍA enseña que para la procreación es necesario que progenitores de los dos sexos diferentes aporten su parte de la información genética necesaria para poder engendrar un nuevo espécimen.

La PSICOLOGÍA, por su parte, explica que la conformación de la personalidad es más completa en tanto las relaciones personales del inicio de la vida de un bebé y niño son adecuadas con sus padres de ambos sexos o con figuras que representen a cada uno de ambos padres heterosexuales. Lejos de lo que se piensa, las conclusiones que publicó Sigmund Freud acerca del desarrollo de la personalidad están orientadas a favorecer un entorno heterosexual como propiciador del cumplimiento adecuado de los distintos momentos del desarrollo.

La ÉTICA tradicional predominante, según el modelo occidental cristiano, sostiene que las relaciones íntimas son una forma de expresión de afecto personal que sólo deben tener lugar dentro de los límites señalados, sea por la ley o por la moral divina, esto es, entre un hombre y una mujer, y sólo dentro del matrimonio.

La diversidad sexual


Como seres humanos tenemos la libertad de elegir cuál será nuestro comportamiento ante cualquier circunstancia. A diferencia de los animales, en los cuales el instinto es una forma inevitable, involuntaria e invariable de comportarse, los seres humanos tenemos voluntad, aunque también estamos a expensas de nuestros impulsos (Freud les llamó pulsiones). Por ello, de los muchos teóricos que se han preocupado por el asunto de la libertad o el albedrío, la mayoría coincide en que sí somos libres de actuar según nuestras decisiones y que, a falta de posibilidades para actuar (por ejemplo, nadie puede atravesar una pared sin derribarla), tenemos la plena capacidad de asumir una actitud o una postura sobre cualquier asunto.

En ese sentido, cuando contesto a mis alumnos las preguntas al respecto, les digo que todo ser humano tiene la libertad de ser heterosexual o seguir cualquiera de las diferentes formas en que quiera ejercer su sexualidad. Visto así, soy de los que piensan que la homosexualidad o cualquier otro tipo de diversidad sexual no debe ser justificada, aunque siempre es susceptible de ser explicada. Las personas que deciden seguir una profesión técnica no necesitan justificar su decisión de no estudiar una licenciatura y las personas que gustan de asistir a las corridas de toros, no requieren justificar su gusto delante de quienes reprueban ese tipo de espectáculos.

¿Derechos homosexuales?


El núcleo de mi respuesta a mis alumnos siempre es el mismo: la diversidad sexual está sobrevalorada como tema social. Reitero que cada quien puede elegir su orientación sexual y no merece que nadie lo ataque por su decisión. Sin embargo, considero que utilizar la orientación sexual como el motivo de querellas, como seña de reconocimiento de personalidades jurídicas, trastoca la esencia de la sexualidad.

Es lamentable cómo algunos sectores de la administración pública ceden ante las presiones de grupos que solicitan que se reconozca en su orientación sexual una minoría, como si se tratase de grupos ideológicos o políticos. Los movimientos surgidos en este tenor no pueden ser considerados ideológicos, puesto que no proponen el mejoramiento de la sociedad en general, sino únicamente la reivindicación histórico-social (la palabra reivindicación significa venganza) por lo que ellos han considerado atropellos.

Creo que permitir que las inclinaciones sexuales determinen el curso legal, jurídico y social de una comunidad puede dejar abierta la puerta a que perversiones terribles quieran colarse a garantizar derechos a quienes las presentan, ¿cuánto falta para que los zoofílicos logren legalizar sus amores y/o para que los pederastas hagan que la ley permita matrimonios arreglados entre una persona mayor y un menor de edad, del sexo que sea?

2 comentarios:

  1. Creo que se busca derechos para las personas que quieren gozar de derechos de vivir su diversidad sexual, cuando AMBAS partes están consientes de sus actos.

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