El mormonismo y la literatura (1 de 3)

Hace poco encontré este artículo en la red. Fue escrito y publicado en 1954. El mundo literario mormón en los Estados Unidos ya superó esta etapa. Pero el (llamémosle) "público mormón" y los "escritores mormones" o sobre temas mormones en la América Hispana no ha superado el estado que se describe en este artículo.

Esta es mi libérrima traducción que os publicaré en tres entregas. He aquí la primera. Por favor, comenten. No se queden nomás viendo.

William Mulder, “Mormonism and Literature”, en Wester Humanities Review 9 (Invierno), 1954-55.

El mormonismo comenzó con un libro, y los santos de los últimos días, tal como los reformadores ingleses en la época del rey Jacobo (o Santiago, es lo mismo) con su flamante traducción de la Biblia, se convirtieron preeminentemente en el pueblo de un libro. Ya sea que se lo considere un registro antiguo genuino o un documento contemporáneo, de cualquier manera el Libro de Mormón es un hecho y una fuerza. Mark Twain (autor de las Aventuras de Tom Sawyer) lo tildó de ‘cloroformo impreso’, pero desde el principio ese libro ha alimentado la imaginación de muchos y, además de ser una contribución original a la literatura estadunidense, ha sido la fuente de otras incontables contribuciones  en todos los niveles: desde los montajes escénicos aficionados sobre el Libro de Mormón producidos por congregaciones locales, hasta productos tan sofisticados como el Book of Mormon Oratorio de Leroy J. Robertson y la heroica figura de Moroni diseñada por Cyrus Dallin que corona el templo de Salt Lake. El Libro de Mormón ha agregado palabras al idioma (inglés, y de ahí a otros), le ha puesto puntos nuevos al mapa, que van desde Nueva York hasta Utah con topónimos peculiares, y le ha dado a los creyentes una galería de héroes que rivalizan con los del Antiguo Testamento. También le ha dado a la literatura nacional nativa un nuevo modelo literario: la ‘leyenda Nefita’, que hoy día es un tema aprobado para disertaciones y tesis de grado. El uso del libro con propósitos teológicos con frecuencia es sintético: permanece en innumerables hogares mormones sin ser leído; pero su relato y su simbolismo han persistido por más de un siglo para convertirse en una herencia inconsciente despojada de crítica, a través de muchas generaciones; y ningún escritor que toque el tema mormón puede pasar esto por alto.
Es comprensible que el mormonismo, que comenzó con un libro, requiera un seguimiento literario. El miembro de la iglesia debe ser capaz de leer. Se debe recordar que los santos, equiparon a su comunidad ideal no sólo con un templo y un almacén del obispo sino también con una imprenta; y no sólo nombraron élderes, obispos y maestros como  sus oficiales ministrantes, sino también a un impresor oficial de la Iglesia. Incluso Winter Quarters (el asentamiento más provisional de la historia de la iglesia) tuvo una imprenta donde fue editado lo que se considera el primer producto impreso del lado oeste del Misisipi: una epístola del Quórum de los Doce a los santos esparcidos. Y un pueblo desarraigado, en su viaje por Iowa y las enormes planicies, llevó consigo el silabario Webster de tapa azul, y escuchaban a sus jóvenes recitar diligentemente sus lecciones entre el polvo de los carros. Ya establecidos en el valle del Lago Salado, hicieron una solicitud urgente al gobierno federal de 5 mil dólares para una biblioteca estatal; y en pocos años ya estaban promoviendo liceos e institutos, una Sociedad Polisófica, una Asociación Dramática Deseret, una Sociedad Científica Universal, una Asociación Bibliotecaria y una Academia de Arte.


(Parte 1 de 3)

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